29.12.09


¿Qué pasa cuando lo quieres tanto, qué si después de todo, con unas simples palabras te rompe el corazón, te destroza completamente, pero sin embargo lo sigues amando?
¿Porqué eres tan cruel?
¿Porque me matas así?
¿Porque me haces llorar?
No, claro que no vales la pena, no vales nada.
Pero yo, ¿como quedo?
¿Como queda mi corazón?
Por lo visto te importa nada.
Nada. Quisiera que fueras nada para mi.
Pero lo eres todo.
Cada latido de mi corazón te pertenece.
Cada latido tiene tu nombre.
Eres cruel, eres malo.
Eres todo, pero no eres para mi.


Mi corazón se aceleraba, y cada latido tenía tu nombre:
Dan, Dan, Dan.
Eres injusto, jamás me dejabas dormir,
tu siempre estabas en mi mente
ocupandolo todo,
abrumándome.
Nadie jamás me había quitado el sueño,
¿porque tu precisamente?
¿porque ahora que ya no estaré aquí?


PD: Creo que estaré desenchufada de este mundo por unos cuantos días (: pero no dejen de visitar mi blog. Gracias.

19.12.09

'El Vuelo del Cóndor'


Bueno, vuelvo a publicar algún cuento, de algún concurso, que no gané.

El viento vino derrepente, azotando mi piel y jugueteando con mis cabellos. Pese a todo seguí esperando. Un leve presentimiento me aturdía, hacía que la piel se me ponga de gallina. Pero yo lo seguía esperando.

- Killari – me dijo Maywa – ya llegará, seguro que mañana hablará contigo.

- Tengo un mal presentimiento, sino lo veo no estaré tranquila – le dije, mirando de un lado a otro.

- Ay Killari, pero si ya sabes que las tropas de Atahualpa ganaron, de que te preocupas, sabes que Calcuchímac no lo dejaría morir.

Emití un gran suspiro y me sobé los brazos para darme calor.

Aunque deseaba creer que Kuntur estaba bien, tenía un mal presentimiento.

Mientras intentaba dormir, recordaba cuando paseábamos y veíamos el vuelo del cóndor, ‘algún día volaré como él’ me decía, y callaba de pronto, dirigiendo su mirada hacia el infinito.

Luego de volver de las pozas, escuche mi nombre en su dulce voz:

- ¡Killari! – me llamó desde lejos

Que alivio – pensé - y corrí a abrazarlo.

- Pensé que no te volvería a ver – le dije aliviada

- No te iba a dar el gusto tan fácil – me dijo dibujando su mejor sonrisa

Le agité el cabello con mis manos. Lo llevaba sucio y tenía moretones por el cuello y los brazos.

- Se nota que no la tubieron tan fácil – le dije, tocando sus moretones, mientras él se encogía cuando lo hacía.

- Pero al final ganamos, ¿no te da gusto?

- Claro, espero que todo este problema ya haya acabado.

- Ahora tendremos más tiempo para nosotros dos y …

El vuelo de unas aves negras interrumpió nuestra conversación. Eran tres y volaban en círculos sobre nosotros. Nos miramos confundidos.

- Es una señal – le dije atemorizada – esto aún no acaba

- No seas tonta, vencimos ¿qué de malo puede suceder ahora?

- No lo sé, pero tengo miedo

- No pasará nada – me dijo mientras me abrazaba – yo te protegeré

Habían noticias de que Atahualpa vendría a Cajamarca y que aquí se señiría la Mascaipacha. Todo el pueblo estaba alistándose para la fiesta, sin embargo, yo seguía temiendo por algo que nisiquiera sabía. Era cuestión de tiempo, pronto llegaría la tragedia.

Llegó la hora de ir a la plaza mayor para la coronación de Atahualpa ‘será una jornada larga’, pensé. Salí para esperar a Kuntur. Él me dijo que me llevaría, así que lo esperé. Aquellos pájaros negros volvieron a volar sobre mí antes de que Kuntur llegara.

Sentí que alguien me ponía un collar detrás de mí. Voltié asustada. Era Kuntur.

- Es un regalo – me dijo al ver mi rostro confundido

- Gracias – le dije mientras agarraba el collar que tenía una pluma de cóndor como adorno.

Fuimos a la plaza mayor, todo el pueblo estaba ahí, las panacas, todos. Él me tomó de la mano y me condujo al lugar donde nos correspondía sentarnos. Pude ver al general Calcuchímac y a Quisquis, junto con sus esposas e hijos. Mi padre estaba al frente, un general ya retirado de Tupac Yupanqui, Huaman Achachi. Nos hizo un ademán con la cabeza y nosotros hicimos lo mismo.

Mientras Kuntur me contaba sobre sus hazañas en la batalla, sentí que el corazón me palpitaba más de lo normal. Era un mal presentimiento, lo sabía.

- ¿Qué pasa? – me dijo preocupado

- No es nada – le dije cambiando de tema rápidamente - ¿Cómo fue eso de que el collar fue un botín de guerra?

Me miró dulcemente y me tomó las manos.

- Ya te lo dije, estaré ahí para protegerte siempre.

Antes de que pudiera contestarle, unos hombres irrumpieron en la plaza. Uno de ellos tenía la piel blanca como las nubes, el cuerpo lo tenía cubierto de una ropa extraña, era oscura y brillaba con el sol. Tenía lo mismo en la cabeza y una bara enorme en la mano. El segundo, a diferencia de este, llevaba una túnica marrón, con un cordoncillo amarrado a la cintura. Tenía la cabeza calva y era de baja estatura. Llevaba en las manos algo extraño que no pude reconocer. El tercero, llevaba una túnica blanca hasta la mitad de las rodillas, unas sandalias rústicas y tenía la piel tostada. Supuse de inmediato que era un tallán.

El pueblo quedo en silencio. Nadie sabía lo que pasaba. Aquel hombre de ropa extraña habló al tallán en una lengua completamente desconocida para mí. Luego el tallán se lo comunicó a Atahualpa. Hubo un intercambio de palabras durante un buen tiempo. Luego aquel hombre de túnica marrón habló y le pasó aquel objeto que hace un rato llevaba en la mano. El Inca lo tomó, lo miró, dijo unas cuantas palabras y lo arrojó al piso. En ese momento todo pasó muy rápido. Aquellos extraños gritaron en su lengua algo que no pude entender, luego de esto, junto con perros y hombres montados sobre algún extraño animal entraron muy rápido, haciendo un ruido insoportable. Todo el pueblo corrió a refugiarse, los guerreros saltaron a pelear y a defender al Sapa Inca. Kuntur saltó junto a Calcuchímac, Quisquis y los demás generales, incluido mi padre. Sentí miedo. Tomé la pluma del collar y lo apreté fuertemente. No tube el valor suficiente para huir, no quería y no podía irme, ¿y si no volvía a ver ni a mi padre ni a Kuntur? Caminé en busca de estos, pero un rayo pasó cerca de mi brazo. Sentí más miedo aún. Voltié aterrorizada para ver de donde venía aquel rayo. Un hombre de ojos azules, blanco, vestido igualmente de un traje brillante de color gris tenía en las manos una especie de tubos de los cuales salían…¿¡rayos!? ¿Cómo era posible que hayan controlado al Dios Illapa? Corrí atemorizada y tropezé. Caí y vi unos pies que calzaban sandalias de oro ¿El Inca? Me paré apresuradamente. Pero no era el inca era… ¿Kuntur? Impresionada, no pude pronunciar palabra alguna. Kuntur me hizo un ademán para que me tranquilizara y me señaló hacia el lado de atrás con el dedo. Entonces lo entendí todo: El Inca cambió de ropa con Kuntur para que pueda huir y no ser capturado por esos extraños seres que habían llegado.

Mientras que Kuntur me tranquilizaba con su mirada, uno de esos extraños hombres me empujó y pasó sobre mí para capturar al ‘Inca’. Me paré apresurada para no morir aplastada. Aquellos extraños hombres se dieron cuenta muy rápido del cambio de papeles así que capturaron a Kuntur y a otros generales que por ahí estaban. Sabía que no podría defenderlos así que corrí, pero uno de aquellos hombres me cogió por el cabello y me obligó a subirme sobre su animal junto con él. El animal corría muy rápido, yo estaba asustada. Mientras desaparecíamos, pude ver como amarraban por el cuello con una soga a Kuntur para que no escapara.

Desperté en un extraño lugar. Tenía las manos atadas y estaba sobre el piso. Frente a mí estaba Kuntur, estaba despierto, mirando al vacío. Tenía las manos amarradas y una soga alrededor del cuello, que estaba atada a un aro que estaba en una pared. Sentí ganas de correr y desatarlo, pero estaba igual de atrapada que él. Sentí rabia y dolor. Kuntur alzó la mirada, mi miró con ojos de culpabilidad, yo solo movía la cabeza para que entendiera que yo era la única tonta que se dejó atrapar.

- Prometí que iba a protegerte – me dijo en un susurro

- Protegiste al Inca, con eso me vasta

Antes de que me contestara, uno de aquellos hombres salió y dijo algo en su extraña lengua. Dos hombres más salieron, junto al tallán que identifiqué en la plaza.

Uno de los hombres dijo algo al tallán. Este me dijo:

- ¿Dónde tienen al Inca?

- … - no le respondí, solo veía a Kuntur tristemente

- Si nos lo dices, no lo mataremos – me dijo el tallán, mirando a Kuntur

- No lo sé – le dije apresurada

El tallán, que se llamaba Felipillo, les comunicó lo que le había dicho.

Aquel hombre fue hacia Kuntur y le patió en la cara.

- ¡No lo sé! – le grité al ver que de su nariz, salía sangre a borbotones

El mismo hombre desató la cuerda del cuello de Kuntur y lo obligó a pararse. Lo trajo hacia mi y me miró fijamente a los ojos

- ¡No lo sé, lo juro!

- Ellos no lo matarán si tu nos dices…

- ¡Nosé donde están! – le dije, interrumpiendo a Felipillo

La sangre que caía de su naríz, salpicaba sobre mi vestido blanco.

El hombre sacó de su cintura un instrumento metalico, brillante, con un mango que parecía de madera. Era un cuchillo. Lo alzó a la altura de su cuello y se volvió para mirarme fijamente.

- No lo sé, juro que no lo sé – les dije, ya sin fuerzas y con lágrimas en los ojos.

Pude sentir como él pasó el cuchillo por el cuello de Kuntur. Me estremesí y cerré los ojos. Él cayó al piso, mientras mis lágrimas lo hacían sobre su cara.

El cuerpo de Kuntur fue arrastrado. Cuando sentí que ya estaba lejos, abrí los ojos. El hombre que lo mató me puso una soga alrededor del cuello. Me obligó a pararme y me subió a una banca de madera bastante alta, debajo de un árbol. Amarraron la parte superior de la soga sobre una de las ramas del mismo. Preferí mirar hacia arriba antes de ver las caras de aquellos asesinos y la de aquel traidor tallán llamado Felipillo. Un helado viento azotó mi piel y alborotó mi cabello. Aquella pluma del collar se alzó con el viento, y la ví por última vez. Ya estaré junto a ti, pensé. Un cóndor voló por el cielo, imponente como siempre, con sus largas alas, elegante y majestuoso. Empujaron la banca. Mi cuerpo se agitó mientras mis ojos se nublaban. Aquel cóndor era él, estaba segura.

Qillqa

1.12.09

Una descarga de adrenalina, una corazonada, una promesa que cumplir.
Gente alrededor, maletas, niños gritando, mis padres y yo. Y él.
Ansiosa por llamarlo, sentí que me sudaban las manos.
Me mordía el labio, doblaba las piernas, era yo hecha un desastre.
Él estaba de espaldas así que no me veía.
Entonces, caminé en su dirección, lento y después rápido.
Cada vez más rápido. Cuando estaba a punto de correr me detuve.
Él no estaba solo, había alguien más.
Lo tomo de la mano y lo llevó lejos, lejos de mí, lejos de mi presencia, lejos de mis ojos.
¿Porque? o mejor dicho ¿quien era ella?
Entonces el celular empezó a vibrar.
Era él.
- Dime
- Lamento no haber podido ir a despedirme - dijo él - aún estoy en la universidad
- ¿enserio?
- Si. Hubo un problema, ya tendrás tiempo de ahorcarme después, cuando vuelvas - me dijo riéndose
- Aja
- Vale. Un beso y buen viaje
Tin. Tin. Tin.
Había colgado.
Si él estaba en la universidad ¿quién era él?
Entonces voltié y me fui donde estaban mis padres. Aquel que vi antes volvió, pasó delante mío y nos miramos largo tiempo. Era idéntico a él.