Y exhalé un largo respiro, lento y profundo.
Tu pecho volvió a inflarse, como torturándome, como matándome.
Y sentí seca la garganta, y las ansias me carcomían por dentro.
Aspiraste sonoramente, como si lo hicieras a propósito.
Y me sentí agonizando, a tu lado.
Volteaste, y tu aliento me acaricio la cara: fue como volver a la vida.
-
Me miraste sin mirar,
como mirando al cielo y a sus estrellas.
En esa oscura esquina,
que no era tuya,
que no era del mundo,
que no era de nadie,
naciste y me miraste,
sin mirarme.
Y temblé de miedo,
temblé de tu ira,
de tu alma,
temblé de tu infierno.
Y en ese esquina,
que no es la tuya,
queda aún el deseo de una mirada perdida,
que nunca miró,
que nunca abrió los ojos.
3 comentarios:
Los ojos ya de nada sirven.
Hay veces que mirar con los ojos es no es suficiente y demasiado mortal... hay que saber mirar con el alma... solo asi hasta el arte e aprecia mejor...
Saludos!!!
qé linda.
Publicar un comentario