
Escuché tu voz a lo lejos,
no estaba segura si eras tu o era el viento.
Me senté a esperar
y ví el sol ocultarse.
Prendí una vela para alumbrarme
y se consumió junto con mi espera.
Abrí la puerta para respirar mejor
y el frío azotó mi piel.
El olor de la sal del mar llenó mis pulmones de vida
y el sol calentó mi piel.
Deje que el viento jugara con mis cabellos y el vestido
mientras oía el susurro de las olas.
El sonido de una avioneta interrumpió mi profunda consentración
y me asustó un poco.
Pasó por los aires dibujando una limpia línea blanca
y a la vez decorando el cielo.
Un pequeño objeto oscuro a los lejos
¿un barco? no lo sé.
Una leve lluvia me obligo a entrar
y a abrigarme.
Pensando en las musarañas y demás cosas
me quede dormida pensando en él.
El día despertó junto con las gaviotas
que a diario vuelan por el cielo.
Un figura en la puerta
que la reconocí perfectamente.
Tenía el rostro bronceado
y una arrugas que se le hacían en los ojos al sonreír.
Me cantaste como antes
y me quedé dormida al instante.
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